Holográficos deseos insatisfechos (y una parcial solución)

Alguien que esté fanatizada por los esmaltes al punto en el que estoy yo (y muchas chicas más, por lo que noté en Internet) sabe que acá a la Argentina no están llegando ni una décima parte de los esmaltes copados que venden afuera, ya sea EEUU, Brasil, y algunos países de Europa. Por eso hay que recurrir sí o sí a la compra online, o al clásico "mi amigo/pariente se va a tal país y le pido que me traiga". Lo notable es que con cualquiera de estos dos métodos terminamos consiguiendo cosas a un precio bastante aceptable; quizá incluso más barato de lo que es considerado normal acá.

El oscuro objeto de mi deseo

Los esmaltes holográficos me vuelven LOCA, y acá salvo algún que otro Impala (como Disco Ball o el infame Na Mira 3D que me volví loca buscándolo al pedo) no hay oferta para nada de este tipo de acabados, ni siquiera algo parecido. Me parece una gansada, siendo algo que se vende como pan caliente en el exterior. Además muchas marcas conocidas, como China Glaze (que se consigue en algunas perfumerías a un precio promedio de $55) han sacado colecciones de holográficos.

En fin. Un día me cansé de quejarme al respecto, y empecé a comprar glitters holográficos y a hacer experimentos con esmaltes. Usé de conejillos de indias un par de esmaltes transparentes o de brillos que no usaba. La combinación es tan peligrosa como encerrar a Rihanna y Chris Brown en un mismo cuarto: puede fluir todo maravillosamente y que sus cuerpos se fundan en un canto de amor (holográfico), o que se fajen entre sí y ella lo denuncie por violencia doméstica.

En efecto, muchos esmaltes que formaron parte de este experimento, si bien no me denunciaron en ningún lado (lo cual indicaría claramente que están poseídos por el demonio), reaccionaron de maneras impredecibles. Algunos derretían los glitter y la botella de teñía de gris o negro (parecido a lo que le pasó a Alesita en este post), y un Heburn hasta empezó a inflarse y sacar burbujas, una reacción química que me hizo temer por mi vida, como Dexter cada vez que DeeDee apretaba un botón.

Al final encontré dos combinaciones que me resultaron bien. Una fue combinar Disco Ball de Impala (que nunca me terminó de cerrar por cada capa me dejaba re pocos glitters en la uña) con unos brillos holográficos sueltos que compré en Divina Nail Art. Y quedó así.

Antes

Después (nótese el aumento en la cantidad de glitters chiquitos)

Lo probé sobre unas uñas oscuras y queda GENIAL, sobrecargado de holografiquidad, no saqué fotos, pero en un futuro seguro me armo un look con este esmalte enchulado. Quedé bastante conforme, la verdad.

La segunda combinación fue made in Clandestine. Compré unos brillitos sueltos que venden ahí (a 10 pesos el mini potecito, si mal no recuerdo) con un brillo Jactans también adquirido ahí. Quedé conforme también; quizá lo malo es que al tiempo los glitters se decantan todos al fondo y si querés volver a usarlo lo tenés que estar sacudiendo bastante rato para que se vuelvan a suspender en el esmalte. Pero no explotó ni sacó burbujas, por eso no le digo nada.



Ni en pedo se compara a un holográfico posta, pero como dijo María Antonieta, si no hay pan, que coman tortas. Y cinco años después entraba en Club Cormillot.


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